Por Marco Salas, analista de Leega MKT
Para los estudios jurídicos latinoamericanos, tomar decisiones estratégicas basadas en datos se ha convertido en una forma eficaz de destacarse. En un mercado cada vez más competitivo, el análisis de datos permite transformar la experiencia jurídica en una reputación sólida y una autoridad reconocida.
¿De qué sirve tener datos si no sabemos qué hacer con ellos? Imagínate frente a un informe mensual: ¿qué decisiones podrías tomar a partir de él? ¿Dónde conviene invertir más? ¿Cómo saber si el contenido publicado realmente está generando oportunidades? El desafío de invertir en contenido, redes sociales y campañas digitales radica justamente en interpretar los datos con inteligencia y convertirlos en acciones estratégicas. Porque hoy en día, simplemente publicar no es suficiente. En un escenario competitivo, medir bien es crecer con consistencia.
Este es el nuevo idioma del marketing moderno, y los estudios jurídicos están empezando a familiarizarse con él. El marketing jurídico exige más que una presencia constante: se necesita comprender el comportamiento del público, identificar qué servicios generan mayor interés y anticipar tendencias de consumo.
Pero atención: medir el impacto no es lo mismo que acumular métricas. Sin una lectura cualificada, los números se vuelven confusos y difíciles de traducir en acciones concretas. Muchos estudios ya han adoptado prácticas de marketing desde hace tiempo, pero ¿cuántos realmente dedican tiempo a construir una estrategia orientada por datos? ¿Cuántos saben identificar los canales que más convierten o los contenidos que fortalecen su autoridad?
Tener criterios bien definidos permite ajustar campañas en tiempo real, optimizar inversiones y obtener un retorno más significativo. Además, da propósito a las pruebas y experimentaciones, haciendo que la planificación sea más eficiente y menos basada en la intuición.
El verdadero desafío no está en el acceso a los datos, sino en la capacidad de interpretarlos y aplicarlos estratégicamente. Ahí es donde entra el conocimiento especializado. Aunque el marketing no esté en el centro de las operaciones jurídicas, los estudios ya están acostumbrados a trabajar con información detallada, diagnósticos precisos y un seguimiento riguroso de los resultados. Ese pensamiento analítico —aunque con otros fines— ya forma parte del día a día jurídico.
Esta cultura orientada por la evidencia es una ventaja. Aunque el marketing no sea su territorio natural, los estudios jurídicos no están tan alejados de la lógica analítica como podría parecer. Están acostumbrados a construir argumentos basados en hechos, identificar patrones y tomar decisiones fundamentadas. Este mismo enfoque puede —y debe— aplicarse a las estrategias de posicionamiento.
El problema surge cuando el marketing se delega sin un involucramiento estratégico. Eso lleva a campañas sin objetivos claros, acciones desalineadas con la identidad del estudio y actividades que no generan aprendizajes. Incorporar el análisis de datos no es solo una cuestión de tecnología, sino de profesionalización: se trata de medir con propósito y evaluar con inteligencia.
En resumen, la falta de análisis de datos en la construcción de estrategias limita el potencial de crecimiento de muchos estudios jurídicos. Adoptar una mirada más analítica no significa perder autenticidad ni abandonar la esencia del servicio jurídico; al contrario, permite proyectarla con mayor claridad, coherencia y efectividad.