por Marco Salas, analista de Leega MKT
De acuerdo con un estudio de la Corporación Excelencia en la Justicia, de Colombia, algunos países superan los 300 abogados por cada 100.000 habitantes —entre ellos Costa Rica (389), Colombia (354) y Brasil (327). En ese contexto, contar con estrategias para construir una presencia digital articulada es fundamental para diferenciarse y conectar con nuevos públicos.
Muchos despachos han comenzado a utilizar sus redes sociales como canales de contenido útil para quienes les buscan. Para complementar sus logros corporativos, han diseñado narrativas enfocadas en explicar temas clave de sus áreas de práctica, generando contexto sobre nuevas regulaciones y respondiendo dudas frecuentes.
Este enfoque editorial convierte a las redes en una extensión de la propuesta de valor del bufete. A través de recursos como cápsulas en video, artículos breves o gráficos interactivos, los mensajes jurídicos logran ser comprensibles y relevantes para tomadores de decisiones que buscan claridad más allá del tecnicismo.
El éxito, sin embargo, no está en la cantidad de publicaciones, sino en su coherencia estratégica. La especialización por industria o enfoque territorial permite posicionarse con precisión y evitar contenidos genéricos. Esto fortalece la autoridad del despacho y facilita una comunicación alineada con los intereses del público objetivo.
En nuestra experiencia, una campaña de comunicación en Meta dirigida a la práctica fintech generó más de 20 leads calificados para un cliente regional en 3 días. Además, al lanzar un boletín mensual con novedades legales en LinkedIn orientado a general counsels en 4 países, este mismo cliente alcanzó 1,900 suscriptores durante su primer mes.
Tener presencia digital no basta si no se sabe qué decir, cómo decirlo o cuándo hacerlo. Por eso es clave contar con un plan editorial que defina periodicidad, profundidad y formatos de acuerdo con los objetivos trazados. Este tipo de estrategia no solo organiza el contenido, sino que evita esfuerzos dispersos y mensajes inconexos.
En un entorno en el que las redes sociales son el termómetro de la credibilidad profesional, los despachos jurídicos latinoamericanos deben adaptarse. El contenido especializado no es una moda, sino un puente entre el rigor técnico y las demandas de una sociedad que exige transparencia y proximidad. Adoptar una mentalidad en la que lo digital y lo legal convergen para crear valor tangible es lo que nos llevará a dejar de preguntarnos “¿por qué invertir en redes sociales?” y empezar a pensar “¿cuánto más podemos lograr con ellas?”
De acuerdo con un estudio de la Corporación Excelencia en la Justicia, de Colombia, algunos países superan los 300 abogados por cada 100.000 habitantes —entre ellos Costa Rica (389), Colombia (354) y Brasil (327). En ese contexto, contar con estrategias para construir una presencia digital articulada es fundamental para diferenciarse y conectar con nuevos públicos.
Muchos despachos han comenzado a utilizar sus redes sociales como canales de contenido útil para quienes les buscan. Para complementar sus logros corporativos, han diseñado narrativas enfocadas en explicar temas clave de sus áreas de práctica, generando contexto sobre nuevas regulaciones y respondiendo dudas frecuentes.
Este enfoque editorial convierte a las redes en una extensión de la propuesta de valor del bufete. A través de recursos como cápsulas en video, artículos breves o gráficos interactivos, los mensajes jurídicos logran ser comprensibles y relevantes para tomadores de decisiones que buscan claridad más allá del tecnicismo.
El éxito, sin embargo, no está en la cantidad de publicaciones, sino en su coherencia estratégica. La especialización por industria o enfoque territorial permite posicionarse con precisión y evitar contenidos genéricos. Esto fortalece la autoridad del despacho y facilita una comunicación alineada con los intereses del público objetivo.
En nuestra experiencia, una campaña de comunicación en Meta dirigida a la práctica fintech generó más de 20 leads calificados para un cliente regional en 3 días. Además, al lanzar un boletín mensual con novedades legales en LinkedIn orientado a general counsels en 4 países, este mismo cliente alcanzó 1,900 suscriptores durante su primer mes.
Tener presencia digital no basta si no se sabe qué decir, cómo decirlo o cuándo hacerlo. Por eso es clave contar con un plan editorial que defina periodicidad, profundidad y formatos de acuerdo con los objetivos trazados. Este tipo de estrategia no solo organiza el contenido, sino que evita esfuerzos dispersos y mensajes inconexos.
En un entorno en el que las redes sociales son el termómetro de la credibilidad profesional, los despachos jurídicos latinoamericanos deben adaptarse. El contenido especializado no es una moda, sino un puente entre el rigor técnico y las demandas de una sociedad que exige transparencia y proximidad. Adoptar una mentalidad en la que lo digital y lo legal convergen para crear valor tangible es lo que nos llevará a dejar de preguntarnos “¿por qué invertir en redes sociales?” y empezar a pensar “¿cuánto más podemos lograr con ellas?”